sábado, 23 de marzo de 2024

 

 

Constituyente e ingenuidad democrática

Por: abogado Nelson Hurtado O

Algunos constitucionalistas desestiman la magnitud del anuncio presidencial, considerándolo más una estrategia política que una posibilidad realista. Explican con claridad meridiana que el proceso para convocar una constituyente es sumamente complejo y que, además, el Congreso no estaría inclinado a aprobarla, dada la falta de mayorías del presidente en dicha institución.

Sin embargo, las preocupaciones no se detienen en el ámbito meramente constitucional. El contexto político actual de Colombia se encuentra profundamente alterado por las acciones del presidente, quien parece abrazar la constante provocación a la insubordinación. 

A menudo, apela a lo que denomina "su pueblo", una amalgama heterogénea pero perfectamente identificable con sectores y grupos violentos, como las mingas indígenas y la denominada "primera línea"  y otras fuerzas irregulares. De la “primera línea”, el presidente en Cali, afirmó ser miembro, lo que representa una manifestación preocupante de desorden y confrontación violenta.

Es imperativo recordar que Petro como respuestas a los desafíos políticos profiere amenazas a la prensa y en general a los medios, al Congreso de la República, a las Cortes de Justicia y  las que jamás han encontrado ajuste en el respeto a la Constitución y a la ley y ni siquiera a las buenas maneras.

Con respecto al señor Petro, es crucial reconocer que aquellos de nosotros que valoramos la democracia y poseemos cierto conocimiento jurídico, especialmente en el ámbito constitucional y la preservación de la Constitución, no podemos confiar ingenuamente en la falta de mayorías del presidente en el Congreso como salvaguarda suficiente.

Es evidente para el pueblo colombiano, que, el Congreso en general, carece de la fortaleza moral y ética necesaria para resistir las presiones de las llamadas "mayorías" cocinadas al calor del presupuesto, la burocracia diplomática, la burocracia estatal común, el nepotismo, los contratos, la corrupción, las alianzas, consensos y complicidades con grupos de presión, incluidos aquellos de naturaleza violenta, por los cuales el propio presidente se enorgullece de pertenecer o sentir simpatía.

Es importante destacar que para muchos ciudadanos persiste la creencia de que la Constituyente de 1991 fue legítima, pero es fundamental comprender que no fue simplemente el resultado de la llamada "séptima papeleta" ni de la constitucionalidad y/o conformidad legal de un decreto presidencial de convocatoria, y sí el fruto de procesos de reforma constitucional influenciados desde el ámbito internacional.

Por tanto, insistimos en que la Constitución de 1991 representó apenas el primer paso o la piedra angular de lo que hoy enfrentamos en Colombia, un panorama que se encuentra sólidamente arraigado en otros países de América Latina. Se trata de una Constitución rígida, pero, lo suficientemente plástica para ser colonizada por la ideología izquierdosa en la que cabe y se ha logrado incorporar vía interpretación, desarrollo y aplicación legal, bajo la premisa de resolución de las tensiones entre “Constitución/Democracia”.

La ingenuidad democrática, incluso cuando se combina con una sólida formación jurídica, no pueden servir como anteojeras de caballos cocheros ni como tapabocas para ignorar el hecho de que Petro, como ferviente marxista [con una obsesión compulsiva], lo último que haría es adherirse estrictamente a los mandatos constitucionales y legales. Desde el mismo día de su posesión ha demostrado una interpretación flexible de estos mandatos, adaptándolos a su manera y según su visión, lo cual revela la plasticidad de la que está impregnada nuestra Constitución rígida de 1991, moldeada por corrientes ideológicas de izquierda no tanto al momento de su promulgación, como sí en su posterior desarrollo y aplicación en tan distintas leyes.

Es esencial reconocer que Petro, como exponente de un enfoque político marcado por el marxismo, tiende a desafiar los límites establecidos por la Constitución y la ley, buscando remodelar las instituciones de acuerdo con su visión particular. Este comportamiento no es sorprendente, dado su trasfondo ideológico y su enfoque autocrático no ajeno a los mandatos del Foro de Sao Paulo, ni a los dictados del llamado progresismo.

El quiebre de la separación de poderes, del equilibrio entre las ramas del poder público y del sistema de pesos y contrapesos ha sido una realidad evidente en múltiples ocasiones protagonizadas por el señor Petro. Nada lo ha detenido para impulsar marchas de grupos violentos en contra de la Corte Suprema de Justicia y el Congreso y su exigencia coercitiva para que apruebe todas sus reformas, bajo la falacia de que estas cuentan con el respaldo absoluto de "su pueblo", una fracción minoritaria de la población total con derecho a sufragar.

Es necesario reconocer que esta pretensión de imponer su agenda política de manera unilateral, desafiando las instituciones democráticas y el debido proceso legislativo, constituye una seria amenaza para la estabilidad y la legitimidad de nuestro sistema democrático.

Petro ya hizo pública la orden a las mingas indígenas y a la "primera línea" para que inicien los preparativos para convocar la asamblea constituyente.

La convocatoria a una constituyente no puede tomarse a la ligera, Petro no va por una constituyente “reformista” sino por una que implica una reconfiguración fundamental de nuestro ordenamiento jurídico y político en especial del modelo económico capitalista, orden que  indica un intento de imposición unilateral de su agenda política, sin el debido respeto por los procedimientos establecidos en nuestra Constitución y en el marco legal.

No es ninguna la certeza que todos los actores políticos actúen con responsabilidad y respeto por el Estado de derecho a lo cual basta la adhesión de Vargas Lleras a dicha convocatoria de constituyente.

Petro conoce todas las ventajas que representan no tener mayorías en el Congreso, porque conoce las desventajas cualitativas  del Congreso franqueables con el presupuesto, la contratación, la burocracia, la corrupción y la violencia moral-física; Petro no desconoce que no tiene las mayorías en “su pueblo”, pero, conoce las ventajas de la ingenuidad democrática: civismo, civilidad, no violencia de otra gran parte del pueblo único colombiano y sabe que fortaleciendo otras ventajas incluso a punta de “carrotanques”, Petro arremete apelando a la porción infame de “su pueblo violento” y a la nula respuesta de las Fuerzas Armadas, para impulsar la constituyente. ¿Cómo fiarnos que se ajustará a los mandatos constitucionales y legales o que su finalidad sólo estará limitada a “sus reformas”? ¡Ni ciegos, ni sordos que fuésemos!

Gran equivocación creer que Petro va a convocar a una constituyente, como gran equívoco es pensar que a punta de marchas vamos a detenerla y lo trágico, sin repensar el discurso petrista de convocar “el poder constituyente”, como principio inamovible y radical del marxismo del que es poseso.

En las dos últimas décadas, pero, de manera especial en lo que va corrido del gobierno de Petro, muchos más lugares del territorio nacional han sido copados por fuerzas irregulares a tal punto que no es temerario afirmar que realmente en la República las elecciones realizadas entre el último período de Santos y lo corrido del de Petro no han sido elecciones libres. De varios territorios, incluso el día de elecciones, el glorioso Ejército Nacional, como garante, ha tenido que huir y en no pocas ocasiones ha sido humillado y reducido.

Mala leche es que además las “élites” locales ya trinen que la constituyente sería la oportunidad de reconstituir a Colombia como una República Federal, esto es como decirle a Petro “¿qué nos da y le damos?”, no importa que hasta Antioquia se quede sin mar.

Un marxista no ama, ni defiende la democracia a pesar del discurso estratégico justicialista, populista; no ama, ni defiende la libertad, no ama, ni defiende la propiedad privada, no ama, ni defiende al empresario; no ama, ni defiende la libertad, no ama, ni defiende la dignidad humana, sólo ama y defiende el “Estado, vaca lechera” mientras la vaca y la leche sean sólo suyas y de su “cuerpo élite”.

Siempre hemos sostenido que una Constituyente no tiene límites y menos cuando el convocado es el “poder constituyente”, aunque minoritario; de otro modo y como hemos sostenido desde la posesión de Petro, ni Estado Social de derecho, ni Constitución, ni leyes existen, ni han existido bajo el "poder constituyente"..

 

domingo, 11 de junio de 2023

 

De selvas, Luperca y “autosuicidios”

Por: abogado Nelson Hurtado O

 

 

Todos los caminos conducen a Roma.

Es un antiguo dicho que evoca la idea de que hay múltiples formas de llegar a un objetivo común. Sin embargo, al reflexionar sobre la supervivencia de un bebé de 11 meses en medio de la selva, me planteo si también contó con la suerte legendaria de Rómulo y Remo, quienes fueron amparados por la compasión de Luperca, la loba, en la tupida selva colombiana.

No puedo evitar sentir escepticismo frente a la alharaca de los derechos humanos en las "ruedas públicas de los negocios privados de la paz". Estas charlas solo generan frustración y miedo, ya que al final, lo que obtenemos es "pan sin levadura".

En el escenario que nos concierne, resulta inmoral incluso pretender ganar el favor popular en nombre de la paz, la democracia, la justicia y la anticorrupción, esta última la otra cara de la misma moneda y por lo tanto como aspiraciones se convierten en negocio corporativo, trust o monopolio ilegítimo que busca legitimarse mediante la paz.

Es igualmente inmoral la pretensión de obtener el "favor popular" mientras la paz tropical se convierte en la "normalización del estado de guerra". Esto se manifiesta en todos los ámbitos políticos, donde no hay espacio para la verdadera política, no por falta de receptores, sino por la manipulación y el control que unos ejercen sobre otros. Los ciudadanos se ven privados de su libertad individual y se someten a condiciones restrictivas que niegan el diálogo político constructivo y una auténtica participación ciudadana. No más el «Vosotros tenéis razón, pero votad al que está equivocado».

A Colombia le llegó la hora, porque nadie promete la transformación del "ESMAD escolar" ante la evidencia que la dignidad humana y el derecho, son flores exóticas en los jardines de los "cuarteles escolares".

Algunos, debido a su fe, descartaron que las furias de los huracanes del Caribe alcanzarían nuestras frágiles murallas democráticas. Pero debemos recordar que "buscar, obtener, producir y difundir información y conocimiento es al espíritu del hombre lo que el aire a sus pulmones". No podemos ignorar el hecho de que los medios de comunicación también han cedido su voz a los enemigos de la verdad. No nos encontramos en la "guerra fría" bajo un "equilibrio de una paz beligerante"; estamos en un punto de desequilibrio en el que el Estado entrega la República en concesiones masivas de bienes públicos, derechos y deberes de la paz, como “franquicias de guerra” con enormes beneficios económicos y políticos para sus “empresarios”, en un ciclo interminable de renovabilidad.

Recientemente, un humilde tendero, de esos que sirven "tinto de olleta", me dijo: "No hay armas más letales contra la República que las leyes, que siendo leyes, no son suyas". Estas palabras me recordaron a Santander, y me pregunto si él estuvo y murió equivocado en cuanto al plausible destino que le señaló a los colombianos.

En conclusión, la ordalía, ese proceso extremo al que hemos sido sometidos, ha cumplido su finalidad: ha sido un "autosuicidio".

Hemos caído en nuestras propias trampas y hemos permitido que la manipulación y el control nos arrastren hacia nuestro propio deterioro.

En medio de esta situación, es fundamental reflexionar sobre nuestras acciones y buscar soluciones efectivas. No podemos permitir que la corrupción y los intereses privados se interpongan en el camino hacia una verdadera paz y justicia. Debemos romper con el ciclo vicioso de los negocios disfrazados de actos benéficos para la sociedad y mucho menos en el tiempo presente cuando las acciones de guerra superan con creces las de la paz, por lo que no es comezón hablar mal de ella como le reseñó H. Eco en su expresión de “No obstante, en este caso no sólo he de hablar mal de la guerra, sino también de la paz. Espero que me escuchen con indulgencia”.

Es crucial recordar que el verdadero poder reside en la participación ciudadana y en el ejercicio pleno de nuestros derechos individuales. Debemos reclamar nuestro derecho a un diálogo político constructivo y a la libertad de expresión, para poder forjar un futuro basado en la igualdad, la justicia, la coherencia/honradez. No es necesario siquiera plantearlo en términos de la controversia Habermass-Luhmann: «Uno retira al borde del plato las patatas me­dio cocidas, ¡y el ama de casa comprende!». Es sentido y valor humano.

Es hora de que despertemos de nuestra abducción y asumamos la responsabilidad de construir una sociedad donde la voz de cada ciudadano sea escuchada y respetada. No podemos permitir que las leyes se conviertan en armas en contra de nuestra patria. Necesitamos leyes que realmente representen los valores y aspiraciones de todos los ciudadanos, que sean justas y equitativas en su aplicación. La personalidad radical y la voluntad de erradicación y avasallamiento personal, político, económico como tributos a la “tara ideológica de la piara” no han de dar al traste con la República.

El camino hacia una verdadera paz no ha sido, no es, ni será fácil, de lo que da cuenta la historia de la humanidad, pero debemos recordar que la historia está llena de ejemplos de superación y cambio. No es ser Santanderista aprender de aquellos líderes que lucharon por la vida, la libertad, la justicia y la paz y buscar inspiración en su coraje, valentía y determinación.

No podemos permitir que la ordalía “normalice el juicio” del “autosuicidio de la República” y de todo lo que en ella se mueve como nuestro destino final. Debemos unirnos como sociedad, cuestionar las injusticias y trabajar juntos para construir un futuro mejor. Solo así podremos romper con el ciclo de autodestrucción y construir un país donde la paz y la justicia sean una realidad para todos.

No podemos permitir que los “trust de intereses criminales público-privados” entre ellos la vaca de doble propósito: “la corrupción-anticorrupción” dominen sobre los principios, valores y fines que como sociedad democrática defendemos. Es hora de participar activamente y construir la unidad de la Nación de un solo pueblo: el pueblo de todos los colombianos para cerrar la fractura que las “obsesiones radicales del enfermizo poder” han abierto para separar al soberano de la República.

¿Alguien puede "ponderar" la voluntad real de paz de quienes tienen las riendas de la industria de la guerra, cuyas "fallas de su mercado" se solucionan con un "Estado más pequeño, desregularizador, débil y con síndrome de Estocolmo"?

Colombia tiene la posibilidad y la obligación de enderezar su torcido rumbo y nada más preciso para lograrlo desde la libertad que escoger la opción más plausible desde la enseñanza de G. Marañon "El camino más corto para llegar al poder, es el recto".

lunes, 6 de junio de 2022

 VOTO EN BLANCO PUERTA AL FRAUDE.

Por: Nelson Hurtado O

 

RECOMENDACIONES


 
No voy a ocuparme en discusión sobre asuntos constitucionales-legales del voto en blanco en segunda vuelta

 Afirmo: conforme al diseño democrático de la segunda vuelta, en el tarjetón de segunda vuelta, lo debido era que solo aparecieran los únicos dos candidatos, para nada existe razón alguna de la añadidura del recuadro para el voto en blanco.

 El recuadro del voto en blanco, parece inocente y la mayoría nos creemos el cuento de que no suma a ninguno de los candidatos, lo que a los ojos y a la calculadora que suma es "verdad matemática". Intentaré al menos mostrar porqué no es tan inocente.

La verdad real del voto en blanco es distinta.

Aunque matemáticamente el voto en blanco no sume a Petro, en lo real de las elecciones del 19 de junio, son votos que dejan de sumar a la candidatura de Rodolfo Hernández, es decir "restan" a su fuerza electoral y aquí es donde se abre la puerta del fraude y veamos cómo y porqué:

 1. El AMBIENTE ELECTORAL.

1.1 REALIDAD y ESTRATEGIA y GENERACIÓN de MIEDO y de TERROR.

Públicamente y desafiantes, los señores Gustavo Petro, Gustavo Bolívar y otros han hecho circular videos y otras piezas publicitarias en las que no dejan duda ninguna a que, de obtener la victoria en las elecciones del 19 de junio, Colombia se verá sometida a:

1. Una nueva asamblea nacional constituyente.

2. Reformas al derecho real de propiedad sobre lo cual el señor Petro ya se refirió como “jurista” a la llamada por él en su imaginario como “posesión certificada”, lo que en mi sentir acompasa con el proyecto de ley en trámite en el Congreso de “Nuevo Código Civil”, que es un verdadero esperpento originado de manera exclusiva en la Unal y del que dudo mucho que los avales dados por prestigiosos juristas hayan sido por lo menos naturales y espontáneos en visión democrática, como al igual no es menor el azar en el proyecto de ley de reforma a la ley de propiedad horizontal.

3. Circulan varios videos y fotos en las que Petro y Bolívar y la llamada “Primera Línea” de manera directa, morbosa, impúdica anuncian sus amenazas al pueblo colombiano, bajo la estructura de: 1. Si perdemos los enfrentaremos a pesar de la “represión violenta” y 2. Si ganamos, dice Petro, será “volver 20 o 30 años atrás… a mi juventud”. 3. Sin confirmar todavía por las autoridades, pero en Medellín ya la “Primera Línea” ha convocado a “protesta” y presuntamente ha instalado “campamento” en La 70 junto a una Estación del Metro.   

 2. ¡QUE VIVA EL MIEDO!

Es lo que ahora dice celebrar Petro y compañía sin detenerse a pensar que los que no lo queremos como presidente antes de él proclamamos primeros: ¡Que viva el miedo! desde la activación de ese mecanismo de defensa que nos puso la naturaleza a los seres humanos para enfrentar la adversidad y el peligro personal o de la comunidad y le agregamos: ¡No nos van a vencer, ni vamos a morir! y los ciudadanos colombianos demócratas que no necesariamente en el contexto actual significa pertenecer a algún partido, resultamos, todos unidos, en el único partido que como a la selección de fútbol nos une: ¡Colombia! y cerrando filas en torno al candidato Rodolfo Hernández.

2.1 LA ESTRATEGIA PETRO.

Consiste ésta en una especie de “regresión” como si fuera un Tonny Kamo a los “20 o 30 años atrás…hacia su juventud”, estrategia consistente en atormentar y torturar a la ciudadanía que no le come cuento y al ciudadano “buena gente”, pasivo, temeroso, haciéndole ver y sentir todo lo que ocurrió en el pasado como si ocurriera ahora mismo o estuviera a punto de ocurrir nuevamente.

Petro constriñe a sus conciudadanos, porque en eso consiste toda amenaza y la usa como buen delincuente.

Así, los ciudadanos constreñidos por la amenaza de Petro de regresarnos “20 o 30 años atrás…hacia la juventud” de él, doblega la voluntad del ciudadano incauto con la amenaza del miedo, del temor y el terror y este ingenuo ciudadano asume esos sucesos como inminentes y busca autoprotegerse, refugiándose en sí mismo, bajo su “propia mentira” que repite para sus adentros: “no hay más que hacer, yo iba a votar por Rodolfo, pero con las amenazas de este hijueputa y sabiendo que es lo que hizo en el pasado: atacar el palacio de justicia, matar incinerados a los magistrados de la Corte, secuestrar, extorsionar, chantajear y recientemente incendiar y destruir el país, yo no voto por él, voy a votar en blanco…”. Así produce sus efectos la siembra de amenazas cuya siembra intensificará el petrismo en estos días anteriores a las elecciones.

Así, el recuadro de voto en blanco, que no tenía porque aparecer en el tarjetón de segunda vuelta presidencial, que no produce ninguna consecuencia constitucional, ni jurídico-legal, no puesto por acto de grandeza democrática, ni de garantía constitucional alguna.

El recuadro del voto en blanco en el tarjetón, es la cloaca, el sanitario donde la inmundicia de la autoridad electoral de Colombia puso la puerta al fraude, para que los ciudadanos “buena gente”, temerosos, cautos e incautos y tibios y bajo amenazas obedezcan a Petro la orden: “O votas por mí, gran h…o votas en blanco y no regresaremos a 20 o 30 años atrás…a mi juventud”. El ciudadano “buena gente”, temerosos, cautos e incautos y tibios y bajo amenazas en términos de probailidades y para no sentirse muy berraco optará en este orden: 1. Votar en blanco y 2. Votar por Petro. En el primer caso le resta su voto a su candidato Rodolfo y en el segundo se lo suma al candidato que lo amenazó: Petro.

3. NUESTRA RESPUESTA CIUDADANA Y DEMOCRÁTICA.

¡Que viva el miedo, porque no nos van a vencer, ni vamos a morir!

3.1 CIUDADANOS DEFINIDOS APOYANDO A RODOLFO: ni por el p…vayamos a cambiar nuestro voto por RODOLFO HERNÁNDEZ.

3.2 CIUDADANOS DEFINIDOS A NO VOTAR NI POR RODOLFO NI POR PETRO. Quédense durmiendo, viendo fútbol, comiendo galleticas con mermelada y viendo la TV.

3.3 JAMÁS ECHE A LA URNA EL TARJETÓN SIN MARCAR

OJO: Pero, si deciden ir a votar, solo por el certificado para el incentivo del día libre y otras maricadas NO VOTEN EN BLANCO, NO MARQUEN la “X” en el recuadro de “VOTO EN BLANCO”.

SEAMOS INTELIGENTES: como su decisión es la de NO VOTAR por RODOLFO y NO VOTAR por PETRO, entonces VOTE ASÍ: